JUSTO el día en que se conocía que el PIB registró en el segundo trimestre de 2009 el peor dato de su historia -con una caída del 4,2% respecto al mismo periodo de 2008-, el mismo día también en que el Ejecutivo debía explicar el fiasco de la ayuda de los 420 euros a los parados, el ministro de Trabajo dedicaba todas sus energías a señalar públicamente a los empresarios para responsabilizarles, una vez más, de la fractura del Diálogo Social. Resulta ridículo que un Gobierno que ha llevado a España a la peor situación económica de la Democracia trate de escurrir el bulto con señuelos tan burdos e intente endosar las culpas a otros.
El comentario casi es una burla a los miles de personas que la semana pasada se pusieron en la cola del Inem con la idea de acogerse a esa cobertura y tuvieron que volverse a sus casas al enterarse de que estaban excluidos.
Un día culpa sin matices a la banca de provocar la burbuja inmobiliaria y al siguiente acusa a los empresarios de la destrucción de los puestos de trabajo. Eso hizo ayer cuando dijo que no hay otro mercado laboral «más flexible que el español», pues ha permitido que desaparezca «un millón de empleos en el último año». Maldita la gracia que tiene la ironía porque los despidos no han venido por los ajustes, sino por el cierre masivo de empresas. En cualquier caso, los ERE están supervisados por la Administración -muchas veces por su propio Ministerio- y se hacen con el objetivo de salvar las empresas, lo que evita más despidos.
Estamos ante una nueva provocación del ministro, que amenazó además a los empresarios con retirarles las bonificaciones que prevé la actual normativa para incentivar el empleo. Y llueve sobre mojado. Hace sólo unos días ya trató de deslegitimar a la CEOE asegurando que sólo representa «a la gran empresa». Queda claro que Corbacho arremete contra quien no está dispuesto a pasar por el aro. Lo demostró también con su desprecio al gobernador del Banco de España. Su actitud intransigente y los graves errores cometidos en su gestión demuestran que el salto de la Alcaldía de Hospitalet al Ministerio puede haber sido demasiado grande para él.
Lo cierto es que mientras la economía española continúa empeorando, Francia y Alemania dan síntomas de recuperación. El Gobierno de Zapatero improvisa, se enreda y está más pendiente de minimizar el desgaste que le produce la crisis -bien buscando cabezas de turco, bien a base de nuevos subsidios- que de contener el gasto y favorecer el empleo. Cómo será la situación que hasta ERC pidió ayer al Ejecutivo que impulse «un gran pacto de Estado» para buscar soluciones, sumándose así a las voces que vienen reclamando desde distintos ámbitos un acuerdo de las principales fuerzas políticas y sociales. El estrambote de intentar endosar a los empresarios la responsabilidad de la recesión y del paro es una pirueta que no tiene precedentes en nuestro entorno.
A este paso no me queda más remedio que pensar, fieles visitantes, que no me extraña nada que Corbacho, ministro de trabajo, lo quite de en medio ZP, al igual que le ocurrieron al de justicia, economía, fomento, etc y con sus sueldos vitalicio que aun cobran sin hacer nada. Y una vez más amigos míos TO MENTIRA.
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